Le Pulpo Pochí

Nombre:

Cha Cha Chá, el Perro Colosal, Cha cha chá, el Pulpo Peculiar

jueves, septiembre 07, 2006

Performances de lo absurdo (III): Ponerse cachondo.


"La vida es un estado de la materia"
¡Los biólogos hacen esta escalofriante declaración casi sin inmutarse!


¿Cual es el origen de la vida de un mamífero? Científicamente podríamos situarlo en el momento en que se produce la fecundación de una célula femenina, etc. Pero, ¿no es más cierto que hay un proceso previo a la fecundación sin el cual ésta no llegaría a producirse? ¿Y cuál es ese proceso previo? Pues el encuentro de al menos dos individuos de la especie a perpetuar, a partir de cuya excitación sexual se genera la cadena de acontecimientos que lleva a la fecundación. En resumen, la vida de un nuevo mamífero comienza a gestarse realmente en el momento en que sus progenitores, al encontrarse, se ponen cachondos.

Tomando este axioma como punto de partida, un buen amigo hizo una reflexión que me pareció irresistible: si de cada individuo puede pensarse eso (que su vida empezó al ponerse sus progenitores cachondos), se podría pensar en una cadena regresiva de acontecimientos (a su vez, los progenitores de cada progenitor se pusieron cachondos) que sería como un viaje hacia el tronco de cualquier árbol genealógico. El destino de ese viaje: el origen de la vida. Es decir, el caldo vegetal del que surgieron las primeras bacterias portadoras de vida. Mi amigo afirmó, aplicando una lógica sencilla y poderosamente tajante, que el caldo vegetal, en un momento indeterminado de su reposada existencia, se puso cachondo. Nuestra fantasía poética nos impele a imaginar ese momento primigenio como una leve agitación del caldo, un burbujeo quizá, cierto hervor. Y entonces la vida, esa maravillosa memez.
Desde entonces, nos referimos al Caldo Vegetal Cachondo (C.V.C.) como origen de todo esto.
Por lo que a Le Pulpo Pochí respecta, esta teoría es absolutamente irrefutable, y repele, con la más férrea y hermosa intolerancia, cualquier interpretación que proponga un planteamiento diferente.

Pero claro, ¿Qué puso al caldo vegetal en ese estado? A modo de simple hipótesis, apuntamos que pudo ser uno de esos almanaques con fotos de mujeres desnudas que se encuentran con frecuencia en los talleres de reparación de automóviles. Nada prueba lo contrario.

miércoles, julio 26, 2006

Performances de lo absurdo (II): Ponerse gagá.





"Mi abuela hoy está bastante pochí"
Luisma Muñoz Rodríguez (en un SMS del 30/10/2004)

Si hay algo que Le Pulpo Pochí sabe hasta el punto de no sorprenderse lo más mínimo es que la estructura de la vida humana es disfuncional, errónea desde toda atalaya lógica, ridícula desde una hipotética platea externa. Es por eso que el tema que le ocupa hoy le parece en perfecta consonancia con todo lo demás (sea dicho así: Todo Lo Demás). Y que si le merece comentario alguno es tan sólo por diversión y por reivindicación de lo Pochí.
Obligado a adaptarse a este entorno absurdo, el cerebro también funciona mal; no cree Le Pulpo Pochí que quepan dudas en este punto. El cerebro es, en consecuencia, un órgano muy pochí. Una de las pruebas más irrefutables y ferozmente divertidas (siempre desde donde no exista implicación emocional) es el declive de su funcionamiento en el tramo final de la vida. Los viejos, antaño personas cabales (se supone), se transforman en caricaturas de si mismos, víctimas de su trastornado sistema de razonamiento y de las incongruentes ideas que éste produce.
A Le Pulpo Pochí le gustaría creer que, gracias a esta disfunción, el viejo se libera del esquema mental funcional que lo ha mantenido al margen del absurdo durante su vida y, al ponerse gagá, se reinserta en el absurdo, volviendo a participar de la dimensión pochí de la vida, que abandonó -grave error- en cuanto su cerebro adquirió esa funesta habilidad de nombre igualmente funesto: uso de razón. Pero ésta es tan sólo una interpretación poética.
Le Pulpo Pochí sabe a su pesar que lo que realmente ocurre es que, provistos de ese órgano precario y defectuoso, el comportamiento de los hombres se estropea adquiriendo ese aspecto absurdo que queda tan bien evocado por el escueto y potentísimo término "gagá".
A lo que vamos: que el cerebro se estropee es un hecho grotesco, cruel, ácidamente jocundo, una de esas paridas que la naturaleza permite en su seno con la indolencia silenciosa que le caracteriza. Pero al generar personas gagá, este hecho, a priori lamentable, es saludado por Le Pulpo Pochí como una buena nueva. Porque las personas gagá son Sujetos de lo Pochí, en toda regla. ¿Acaso cabe alguna duda? Se contradicen, emiten mensajes sin lógica alguna, actúan sin reglas reconocibles de conducta , tienen un aspecto ridículo e inconsistente y pueblan el universo con igual derecho y mayor escándalo que el resto de las criaturas. Si esto no es Pochí, que baje Le Pulpo y lo vea.

jueves, julio 20, 2006

La crítica de arte como complemento necesario.


"Yo soy el pintor; los otros interpretan" Matthias Weischer


Pulpo Pochí parece haber detectado una relación entre el arte y la crítica del arte basada en la complementariedad. Sí, necios denostadores de la labor crítica (y de la teoría en general, que soléis ser los mismos), habéis leído bien: Pulpo Pochí considera que la crítica de arte completa y refuerza la creación artística. Llevando, no sin coherencia, esta suposición al extremo, afirma que toda obra permanece víctima de cierta orfandad hasta que no es criticada, esto es, contextualizada y situada en el cosmos inmenso de lo real, validada como una parte legítima de la realidad a la que por fuerza pertenece, como un producto de esa misma realidad, que se materializa a través del artista. La crítica no sólo describe o juzga, sino descubre, no pocas veces, la razón de ser de la obra (en tanto que los artistas no parecen ser capaces de hacerlo, con sus fatuos silencios, debidos sencillamente a que desconocen sus propias motivaciones).
Cuando un niño pequeño (no es mal símil para el artista) caga (no es mal símil para la creación artística), desconoce el origen real de su excremento, su composición, y los motivos diversos de su forma, textura, pigmentación, etc... El doctor, que conoce la alimentación del niño, que estudia su entorno y analiza el estado de su salud, está en unas condiciones infinitamente más ventajosas que el propio niño para analizar el excremento, y en su caso, para comentarlo. Entonces ese excremento, que para un observador incauto podría parecer vacío de interés, arbitrario en sus características formales y carente de información relevante (una simple mierda, al fin y al cabo), cobra sentido gracias al comentario del experto, que en este caso -ha de insistirse en ello- es el doctor, ajeno a la creación de la caca, y no el niño, autor único del cagarro. Ocurre lo mismo, como el lector avezado ya habrá percibido, con la relación artista - crítico: uno produce, el otro hace la justificación teórica, y en su caso la explicación, de ese producto. Son perfectamente complementarios: se necesitan. A la vista de tal consideración, Pulpo Pochí exclama: qué soberbia sandez la de Cézanne al espetar a los críticos: "¡No seas crítico de arte, pinta!". Sin el comentario ilustrador de los críticos, tal vez sus bodegones no hubiesen pasado de ser composiciones de frutas semiborrosas. Qué recomendación tan pochí, Cezanne.

lunes, mayo 08, 2006

Performances de lo absurdo (I) : Chupar.

"Los franceses, parece, solo quieren una buena mamada de vez en cuando y tener pensión temprana. No más." Michel Houellebecq

Chupar. Entendido como práctica sexual, claro (pues como práctica alimenticia tiene pleno sentido ): piénsenlo apenas un segundo, con desapego crítico. En - qué - consiste - chupar. ¿Para qué chupar? Por placer. Es verdad, pero eso no disminuye ni un jodido ápice la enorme dimensión absurda inherente al acto de chupar. Y sí, Le Pulpo Pochí conoce las supuestas relaciones que el psicoanálisis ha establecido entre el acto alimenticio y el acto sexual, pero juzga que eso no normaliza en absoluto su percepción: más bien le confirma en su inicial sospecha de estupidez total (precisamente porque esas suposiciones de Freud le parecen acertadas).
En su contexto nada es estúpido (y ahí está el engaño; el engaño está tan ahí que quizá esto no debería ir entre paréntesis). Quiero decir, que lo estúpido no es chupar en sí mismo, sino que lo estúpido es la condición humana (hecho del que el Pulpo Pochí es plenamente consciente, y del que de alguna manera nace y se nutre) y sus vías de obtención de placer. Y, en busca de una perspectiva más amplia, tal vez lo estúpido no es la condición humana en sí misma, pues ésta tiene un contexto (el oxígeno, la creación del planeta, aquéllas primeras bacterias, la evolución, mamíferos, homínidos, el instinto reproductor y sus mecanismos, etc...) dentro del cual resulta explicable; tal vez la auténtica estupidez reside en el hecho global de la creación de la vida.
Pero chupar (oh, cielos, ¡chupar!, hasta fonéticamente resulta un poco tonto), incluso dentro de su contexto, conserva una particular dimensión estúpida. No sólo como acción en abstracto, como concepto, sino en el terreno de su aplicación práctica: el tipo de movimientos y posturas que exige, la relación entre chupador/a y chupado/a, el momento preciso en que el individuo se siente motivado a chupar, la cadena de acontecimientos que han llevado a esa decisión... en fín, hay que tener muy poco sentido pochí para no percibir que todo ello está envuelto en un halo de ridiculez que roza lo escandaloso. Por eso Le Pulpo Pochí goza chupando, siendo chupado y viendo chupar. Y también se regocija sabiendo que chupar es una práctica común entre los seres humanos.

La realidad es bastante pochí.


"El cerdo come, folla y se relaciona según su cerdovisión del mundo" Luisma Muñoz Rodríguez.

Decir paridas, hacer paridas, reconocer una buena parida cuando alguien la dice/hace, y sobretodo detectar las paridas que se dan en la naturaleza y en la realidad en general. Por ejemplo, un volcán es una parida: una montaña de cuyo interior sale un líquido muy caliente que arrasa a las poblaciones colindantes... parece obra de un genial hijo de puta con mucho poder. Y un cerdo...un cerdo también es una gilipollez: un animal guarro que hace un sonido ridículo y piensa muy poco, o nada; tan sólo come, caga, folla, gruñe y apesta. Qué más...pues una rana, eso sí que es un animal - parida: su fisionomia parece hecha expresamente para que el observador se descojone con sólo verla. Y por si fuera poco, saltan, comen moscas y miran de manera extraña con sus ojos, inexplicablemente grandes. Y el resto del tiempo, simplemente (y esto me maravilla) están ahí. Qué vida. Decididamente, qué animal tan pochí.
En fin, es fácil dejarse llevar por la inercia de admitir como normal, como no-absurdo, aquellas cosas que desde siempre han estado ahí, formando parte de nuestra vida, de la naturaleza o del mundo. Pero es un error. La realidad está salpicada de soplapolleces, sólo hay que saber reconocerlas. Tal y como ocurre con el arte, se aprende viendo, acumulando experiencias, comparando, reflexionando...hasta que uno, un buen día, ve un cangrejo, un calamar o un cactus y cae en la cuenta de que, por muy "parte de la naturaleza" que sean, son unos seres vivos absurdos. No hay más que ver su aspecto y su forma de vida. Sí, su lifestyle.
El Pulpo Pochí siente por estos seres (vivos como la rana o inertes como el volcán) un amor que es directamente proporcional a su grado de gilipollez. Cuanto más absurdo, más pochí.

viernes, mayo 05, 2006

Comenzando a existir


"La existencia es un lleno que el hombre no puede abandonar". Jean-Paul Sartre.

La Existencia es un espacio cerrado, pero es también un espacio enorme. Enorme. Es verdad que los espíritus humanos, como los pingüinos, tienden a aglomerarse en una franja concreta de la Existencia, ignorando todo el resto. Los pingüinos se aglomeran en busca de calor físico. El motivo de la aglomeración humana es una variación un poco sofisticada de este comportamiento, nada más.
Le Pulpo Pochí rara vez tiene frío, así que no teme frecuentar los espacios de la existencia por donde no hay aglomeraciones espirituales. Además, le parecen francamente más interesantes. Ya que no podemos abandonar el lleno de la Existencia, al menos vamos a aprovechar su enorme tamaño. Hay vida donde parece no haberla.
El resto de las intenciones no declaradas se irán revelando solas, como ocurre siempre.
Me gustaría daros la bienvenida a este blog, pero siento que soy yo quien necesita vuestra bienvenida.
En cualquier caso, hola.